MINDFULNESS ¿Puede ayudarnos a sobrellevar el cáncer?
- Ramón Rodríguez Morales

- 5 ago
- 3 Min. de lectura

Recibir un diagnóstico de cáncer puede ser un golpe. A menudo, nos vemos atrapados en un torbellino de miedos, preocupaciones y preguntas sobre el futuro. En este contexto, el mindfulness o atención plena se presenta como una herramienta poderosa y accesible.
No se trata de ignorar la enfermedad o de distraer la mente de los desafíos diarios. Por el contrario, el mindfulness nos enseña a convivir con el cáncer, a ser plenamente conscientes de nuestra experiencia presente, sea cual sea. Es una forma de pasar del "piloto automático" al "modo ser", donde observamos nuestros pensamientos, sentimientos y sensaciones sin juzgarlos.
¿Cómo puede el mindfulness ayudar a un paciente con cáncer?
El mindfulness ayuda a anclar la mente en el presente. Esto es especialmente útil para:
Gestionar el dolor y el malestar: En lugar de luchar contra el dolor, la atención plena nos permite observarlo con curiosidad y sin la carga emocional del miedo. Esto no elimina el dolor, pero puede cambiar nuestra relación con él, haciéndolo más tolerable.
Reducir la ansiedad y el estrés: El cáncer puede llevar a una preocupación constante por el futuro: la próxima cita médica, los resultados de un examen o el tratamiento. El mindfulness nos ayuda a soltar esa rumiación mental y a centrarnos en lo que está sucediendo ahora mismo.
Vivir el día a día con más plenitud: Al concentrar nuestra atención en momentos simples —el sabor de la comida, el calor del sol en la piel o la belleza de una flor, podemos encontrar pequeños espacios de alegría y paz en medio del proceso.
Ejercicios de meditación para pacientes oncológicos
Para lograr la atención plena, no se requieren posturas complicadas ni un lugar especial. Se trata de una práctica que se puede integrar en la rutina diaria. Aquí tienes algunos ejercicios sencillos para comenzar:
1. La meditación de la respiración

Este es el ejercicio más fundamental. Te ayuda a anclar tu mente en el presente.
¿Cómo hacerlo? Siéntate cómodamente con la espalda recta. Cierra los ojos o
dirige la mirada hacia abajo. Pon toda tu atención en la sensación de la respiración. Siente cómo el aire entra por tu nariz, llena tus pulmones y sale lentamente. Cuando tu mente se distraiga con un pensamiento o una preocupación, simplemente reconócelo y, con suavidad y sin juzgar, devuelve tu atención a la respiración.
¿Por qué es útil? Es tu ancla personal para los momentos de estrés. Puedes usarlo en cualquier lugar para centrarte y calmar tu sistema nervioso.
2. El escaneo corporal
Este ejercicio te ayuda a reconectar con tu cuerpo de una manera amable, sin juicio.
¿Cómo hacerlo? Acuéstate o siéntate en un lugar cómodo. Cierra los ojos. Empieza por dirigir tu atención a tus pies y nota cualquier sensación que sientas (calor, frío, hormigueo, tensión). Lentamente, mueve tu atención por cada parte de tu cuerpo: piernas, caderas, abdomen, pecho, brazos, cuello y cabeza. Simplemente observa las sensaciones sin intentar cambiarlas.

¿Por qué es útil? Es una forma de ser consciente de las áreas de tensión o dolor en tu cuerpo y te permite liberar la energía que has acumulado en esas zonas. También fomenta una relación más compasiva contigo mismo, crucial durante la enfermedad.
3. El mindfulness en las actividades diarias
No toda la atención plena ocurre en meditación formal. Puedes practicarla en cualquier momento.
Al comer: Concéntrate en el sabor, la textura y el olor de la comida. Nota cómo se siente el alimento en tu boca. Mastica despacio y disfruta de cada bocado.
Al caminar: Presta atención a la sensación de tus pies tocando el suelo, el movimiento de tus piernas y la sensación del aire en tu piel. Sé consciente de cada paso.
Al ducharte: Siente la temperatura del agua, el olor del jabón y la sensación del agua cayendo sobre tu cuerpo.
Las actitudes clave para practicar el mindfulness
Para mantener y profundizar la atención plena, es útil cultivar ciertas actitudes. Estas no son habilidades complejas, sino formas de ser que se pueden practicar a diario:
No juzgar: Observa la realidad tal como es, sin etiquetar tus experiencias como "buenas" o "malas". Imagina que eres un testigo imparcial de tu propia vida.
Aceptar: Esto no significa resignarse, sino reconocer la realidad de las cosas en este momento, sin luchar contra ellas. Por ejemplo, aceptar el cansancio del día en lugar de sentir frustración.

Paciencia: Comprende que los cambios no ocurren de la noche a la mañana. El camino del mindfulness es un proceso.
Confianza: Confía en tu propia capacidad para manejar lo que venga. Con cada práctica, tu habilidad para estar presente y en paz se fortalece.
El mindfulness no es una técnica de distracción, sino una herramienta de empoderamiento que nos permite vivir con más consciencia y serenidad. Es una forma de encontrar calma en el presente, incluso en medio de la tormenta.






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