De Residentes a Guardianes de la Vida: El Honor de Ser Padrino
- Ramón Rodríguez Morales

- 2 oct
- 3 Min. de lectura

Aunque me jubilé del Departamento de Cirugía y Oncología del Hospital “Dr. Luis Gómez López” hace ya un tiempo, hay lazos que un cirujano nunca corta del todo. Sigo conectado con la docencia, monitoreando seminarios y ayudando en alguna cirugía oncológica que requiere un par de manos extra.
Fue en ese contexto, a finales de 2024, que recibí el honor más inesperado: fui nombrado padrino de la promoción de cirujanos que se gradúa en diciembre de 2025. Una sorpresa anticipada, pues esta elección suele hacerse en los últimos meses. Este gesto me emocionó profundamente y me obligó a reflexionar sobre el viaje que están a punto de culminar y el gran camino que les espera.
El Crisol que Forja un Cirujano

Llegar al cuarto año de la Residencia de Cirugía General es un logro monumental. Recuerdo el primer año: novatos, al final del escalafón, aprendiendo la jerga, haciendo historias clínicas, y cumpliendo con las indicaciones de los mayores. Eran los días de sala y consulta.
Luego vinieron los años duros: las guardias a cuerpo presente, las 24 horas en hospitales de emergencia y la exigencia de una especialidad que, a veces, les separa de su familia y de su quehacer diario. Es un sistema riguroso, casi militarizado en sus jerarquías, pero necesario.
La experiencia de educarlos es un verdadero desafío, porque la cirugía exige una curva de aprendizaje implacable. En el quirófano, un error no es teórico; tiene consecuencias directas. La competencia no se regala, se gana a través de la responsabilidad graduada, que está ligada a su nivel de entrenamiento y a la atenta supervisión que los adjuntos estamos éticamente obligados a proveer.

Ustedes, futuros cirujanos, han demostrado la disciplina y la resiliencia necesarias para sobrevivir a este crisol. Han pasado de ser aprendices a ser los protagonistas principales del cuidado de sus pacientes.
La Confianza y el Juramento Silencioso
Ninguna otra especialidad en medicina requiere el mismo grado de confianza. Cuando un paciente es intervenido, queda completamente indefenso, depositando su vida y su bienestar en las manos del equipo quirúrgico. Es un juramento silencioso que nos obliga a honrar esa fe en todo momento.
La cirugía es una destreza, sí, pero también es un arte. No solo cortamos y reparamos; somos guardianes de la vida de nuestros pacientes.
Más Allá de la Técnica: La Integridad
Una operación técnicamente perfecta que falla en sus principios éticos no alcanza la verdadera excelencia quirúrgica. La excelencia real surge cuando la habilidad técnica se une a la integridad moral.
Los cuatro pilares de la ética en salud —autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia— son para un cirujano lo que la manipulación cuidadosa de los tejidos y la hemostasia son para la cirugía. La ética no solo se estudia, se aplica en cada decisión, en cada indicación y en cada acto que realizan en el hospital.
Durante la residencia, quizás no hubo una "clase" formal de ética, pero espero que hayan captado la intención en el trabajo diario de sus adjuntos, de los especialistas con quienes han compartido tantas horas críticas.
Mi Petición Final:

Así que ahora, al pasar la página de residentes a cirujanos generales, les pido que sigan este camino. El objetivo principal de su entrenamiento es que lleven consigo las herramientas y la motivación para el auto mejoramiento constante a lo largo de toda su carrera.
No dejen de estudiar, no dejen de practicar y, sobre todo, no dejen de reflexionar sobre la inmensa responsabilidad que portan. Recuerden siempre esta verdad:
Su habilidad técnica los hará buenos cirujanos. Su integridad y su carácter los harán grandes cirujanos.
¡El éxito de sus futuros pacientes será su mayor recompensa!






Comentarios